Bill Gates rompió ayer definitivamente sus últimos lazos con Microsoft, la empresa que lo convirtió en un icono empresarial contemporáneo, lo que permitirá al actual equipo directivo llevar a la compañía por nuevos caminos.
Cuando finalmente Gates vacíe el contenido de su despacho en Microsoft y salga por última vez por la puerta de la sede, el gigante habrá perdido a la persona que capitalizó la revolución informática de finales del siglo XX y que, con su genio, colocó a la compañía en lo más alto del universo empresarial.
Sin embargo, Microsoft también se liberará de la, a veces, pesada carga que ejercen en las firmas sus fundadores.
Gates, que a partir de ahora se dedicará a la filantropía junto con su esposa a través de la Fundación Bill y Melinda Gates, deja la empresa bajo el liderazgo de Steve Ballmer, de 52 años, quien unió su fortuna a Microsoft en 1980 y que en el 2000 se convirtió en el consejero delegado de la compañía.
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