Comencé siendo monaguillo en la Iglesia del Rosario de Moca. Recuerdo que le oraba a la Virgen que me diera la vocación sacerdotal y así fue, en el 1947 me fui al seminario e hice el curso ordinario de Humanidades y Filosofía, después me mandaron a Roma a estudiar música sacra.
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Luego vine acá, y desde 1967 comencé a trabajar en la parroquia Santo Cura de Ars de Pueblo Nuevo, esto indica el verdadero inicio de mi vocación sacerdotal.
Eran tiempos especiales, hacía dos años que había terminado el Concilio Vaticano II, que habían reformado la Iglesia, en el sentido de que ya no se podía decir que era la jerarquía, sino que era el pueblo de Dios.
¿Qué significó eso para usted?
Pueblo Nuevo fue una universidad para mí, lo aprecio y lo apreciaré porque yo estudié ahí con créditos y todavía no les he pagado, duré once años allí, hice el trabajo sin dejar el Orfeón de Santiago.
Ahí me enseñaron muchas cosas, tuve la suerte de encontrarme con jóvenes auténticos que dejaron mi vida impregnada de su ardor, de su lucha.
¿Cuál ha sido su mayor satisfacción en estos 50 años de sacerdocio?
El haber vivido identificándome con los pobres, cosa a lo que a mí no me enseñaron, porque la teoría que yo estudié era una teoría trasnochada, obsoleta.
El que cambió mi vida fue Juan XXIII que dijo que la Iglesia necesitaba aire fresco, y que había que quitar el polvo que se había acumulado en la silla de San Pedro.
Este papa carismático es el que necesita la Iglesia, el papa bueno, no el papa grande.
¿Y lo más difícil que ha tenido que enfrentar?
La situación que experimentamos en Pueblo Nuevo. Fue una lucha fuerte cuando construyeron los edificios del Congo y querían dárselos a otras personas y la lucha contra la Banda Colorá.
Estos lodos de hoy son productos de los polvos de ayer. En los años 70 y 80 no hubo forma de canalizar en el mejor sentido de la palabra la inquietud juvenil.
¿Tuvo algún escollo cuando decidió tomar el camino del sacerdocio?
Yo soy un caso normal, lo que sé es que mi vida cambió cuando aprendí lo que aprendí en la parroquia Santo Cura de Ars; esa fue mi escuela, mi seminario.
¿Cómo define la labor que ha llevado en la dirección del Orfeón a la par con el sacerdocio?
El caso mío es un caso especial, porque el músico ha ayudado al sacerdote y el sacerdote a ayudado al músico.
¿No podemos separar el sacerdote del director del coro?
Se han compenetrado. En el caso mío me ha ayudado mucho la música a mantener mi sacerdocio y al revés.
Yo agradezco mucho a la iglesia jerárquica que me mandó a estudiar a Roma por casi ocho años, pero en Roma solo aprendí las notas musicales.
El evangelio comencé a aprenderlo en Santo Cura de Ars y en las subsiguientes parroquias que he estado, como Las Colinas, El Ensueño, Navarrete y Villa González.
¿Se siente cómodo con la labor que está haciendo?
Si, digo… eso de cómodo hay que matizarlo, porque un sacerdote que lleve al hombro el evangelio no puede estar cómodo en el sentido de que Jesucristo dijo que hay una mala aventuranza cuando todo el mundo hable bien de ti. Uno siente cierta incomodidad pero uno echa para alante porque esa incomodidad va a ser retribuida; nosotros pretendemos vivir un mensaje.
El que lo vive y llega hasta el final será recompensado.
¿Cuál ha sido la recompensa de todos estos años?
Yo no he recibido recompensa, porque lo de nosotros es otra cosa. La Iglesia es otra cosa, la Iglesia deben cogerla corriente arriba.
Una iglesia que sea copia de la sociedad civil es una iglesia que no es ciertamente la que Jesús quería: La Iglesia tiene que vivir en dificultades porque vivimos en una sociedad desigual; entonces la iglesia no puede pretender que todo sea color de rosa.
Misa en acción de gracias por la ocasión
Este domingo el padre César Hilario celebra los 50 años de su ordenación sacerdotal con una misa en la parroquia que lleva catorce años pastoreando: la San Pedro y San Pablo, la cual será presidida por monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio.
Hilario fue ordenado en Roma, donde había sido enviado por la iglesia a estudiar en el Pontifício Instituto de Música Sacra, porque había salido una encíclica de Pío XII incentivando los obispos de todo el mundo a enviar sacerdotes a estudiar música.
En el 1962 regresó al país como vicario cooperador de la Catedral Santiago Apóstol, y ese mismo año funda el Orfeón de Santiago, uno de los principales coros del país, y que ha sido parte de la vida misma del sacerdote.
Ideal. “Anhelo seguir hasta el último hálito de vida perseverando como Jesucristo. Es la gracia que le pido en estos años de sacerdocio, no son un punto de llegada, sino de partida”.
Postura. “Vivimos en una sociedad violenta, a los de abajo se le aumenta todo y no hay nadie que pare eso. Ya se puede ver por dónde debe ir la predicación evangélica”.
Esperanza. “Quien no crea que puede haber otra sociedad distinta a la actual, no creo que haya vida en él. Yo creo que otro mundo y otro país dominicano es posible”.
El padre Hilario considera importante que se preparen estructuras donde las nuevas generaciones puedan amoldarse, que prohíjen la honestidad y la justicia.
Edad: 74 años
Ocupación:
Párroco. Director del Orfeón
de Santiago
PADRE CESAR HILARIO: 50 AÑOS DE SACERDOTE
Publicado por J.A. Cruz Infante | 7/27/2008 10:59:00 a. m. | 0 comentarios »
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