COLABORACION DE ALBERTO VASQUEZ

Publicado por J.A. Cruz Infante | 9/14/2008 01:05:00 a. m. | 0 comentarios »





Personajes mocanos del pasado

Como ocurre en todo conglomerado social, en nuestro pueblo existieron –y las hay aún- figuras destacables por su comportamiento o por la forma peculiar de realizar el oficio o profesión que desempeñaban. Por ese rol protagónico, por su individualidad conciente y por sus actuaciones fuera de lo común, estos personajes permanecen en la memoria de sus congéneres y sus actitudes y anécdotas han trascendido el tiempo y la distancia.

De las brumas del ayer pretendo rememorar los nombres y las características de varias personas inolvidables, muchas de las cuales conocí, aunque de otras fui enterado de sus "hazañas" a través de familiares o amigos.

No obstante el tiempo transcurrido desde que salí de la ciudad del Viaducto, conservo frescas las imágenes de algunas "figuras pintorescas" que deambulaban por nuestras calles, que fueron retratadas por Nene Molina para ser exhibidas en su estudio fotográfico, hace ya muchos años. Sus rostros, estrambóticos unos, simpáticos otros, se convirtieron en la atracción de quienes transitaban frente al cristal del mencionado estudio, ubicado en la calle Córdova de nuestro pueblo.

Entre otros, recuerdo las fotos de Chita la mona, La Momia, Juana Mecho, Fello el tíguere y Antonio el malévolo. Estos dos últimos, reconocidos, sobre todo, por su ingesta alcohólica y por la forma que la misma modificaba su conducta.

El malévolo, que se dedicaba a lustrar zapatos, cuando estaba sobrio era comedido y formal, pero esa actitud variaba paulatinamente cuando los tragos "invadían" su organismo. En ese estado era habitual encontrarlo sentado en una acera, emitiendo un sonido gutural característico, hablando consigo mismo y repitiendo constantemente una frase: "Zambúllelo, diablo".

Otros, con similar afición etílica, eran los nombrados Musié Pavín y Chepe Vaso, quienes recorrían el pueblo con sus guitarras. Poseedores de un amplio repertorio, compartían sus canciones en los ambientes en que eran acogidos. Fuache, acordeonista, y Farolito Gómez, saxofonista, fueron otros destacados músicos, personajes de los que sus contertulios conservan gratas reminiscencias.

De la misma época evoco tres figuras típicas que se dedicaban a la venta de billetes y quinielas: Tico 'come botones', de abultado vientre y paciente trato; la Mula, quien andaba descalzo y sujetaba sus pantalones color caqui con una soguita, y Fuerte azul, llamado así porque siempre vestía ropas confeccionadas con esa tela. Recuerdo la ocasión en que éste me ofreció un billete, el cual yo rechacé con amabilidad. Resultó que ese número resultó agraciado con el premio mayor, siendo beneficiado un amigo, Dorian Villalba, quien lo adquirió después de mi rechazo. Fuerte azul me reprochaba: "Tú ves, ese premio era tuyo, y por no comprármelo se lo sacó otro". De haberlo sabido…

Un oficio que por el contacto cercano con los clientes, resulta propicio para cultivar amistades y proporcionarse una clientela fiel y cautiva, es el de peluquero. Un barbero ideal, además de tener destreza con las tijeras y la navaja, debe laborar en un local acogedor y tener una conversación amena, condiciones que poseían los estilistas que cito a continuación: Francisco García (Fransuá), Arturo Estévez (La Cuica), Delfín Arias y David Espinal, quien además poseía un billar y la "Línea don David", muy bien reputada por su responsabilidad en la recepción y envío de paquetes desde Moca a Santo Domingo y viceversa.

Y a propósito de este renglón, evoco con afecto y gratitud un grupo de hombres del volante de nuestro terruño. ¿Cómo olvidar a figuras como Sapo Conde y Ángel Reinoso, quienes se localizaban en el parque Duarte para las "carreras" dentro de la ciudad, o para los viajes a Santiago? ¿Y qué decir de los que cubrían la ruta a Santo Domingo por tantos años, los chóferes Manuel Canela, serio y circunspecto; Divaneo, solícito y responsable; así como el siempre ameno y parlanchín Miguel Gómez, entre otros? Siempre los recordaremos.

Abordo ahora a Pimpe, un compueblano con un oficio muy peculiar: informar con un altoparlante, desde su vehículo, el deceso de diferentes personas. Con la clásica frase: "Ha fallecido en la ciudad de Moca…" introducía los datos mortuorios de los finados, lugar del velatorio y hora del entierro. Aunque en ese entonces esta actividad formaba parte de nuestra cotidianidad, posteriormente me enteré que Moca era el único lugar de nuestro país donde se realizaba esa rutina. Pimpe es, definitivamente, un innovador personaje nuestro.

Si hacemos alusión de figuras ligadas al aspecto religioso, debemos mencionar a Pedro el sacristán, así como a dos sacerdotes que sentaron cátedras durante el ejercicio de sus funciones en nuestro pueblo. Me refiero al severo, aunque amable, padre Bobadilla y al canónico José Eugenio Collado –el padre Collado-, que deleitaba a su feligresía con su estilo festivo y sutilmente irónico.

Otra figura memorable, cómica unas veces y temeraria otras, de quien oímos relatar incontables anécdotas, lo fue Maximiliano Rodríguez, mejor conocido por Matilí.

Quiero también hacer mención de dos dedicados profesores que dejaron la huella de su impronta en su paso por las aulas de nuestras escuelas y liceos: Bienvenido de la Cruz y Valentín Michel.

La figura alta y delgada de Bienvenido, la veíamos transitar en bicicleta por nuestras calles, cuando no conversando y gesticulando en cualquier esquina del "pueblo abajo", pues una de sus principales características era la expresividad con que defendía sus puntos de vista. Además de ocupar su tiempo en el magisterio fue también músico y un experimentado joyero.

Valentín, en cambio, era un intelectual de fuste, crítico, con altos conocimientos de nuestro idioma y aseguraba haber leído haber leído más de veinte veces la inmortal obra de Cervantes "Aventuras del ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha". Amante de la vida bohemia, sus ocurrencias tenían rasgos de genialidad y las anécdotas que de él se cuentan nos dejan entrever su fértil talento.

No quiero concluir estas líneas sin evocar un personaje que dedicó su vida a la lectura y la investigación, que tenía la cultura como norte de su vida. Nos dejó como legado de sus inquietudes intelectuales una docena de obras –muchas de carácter antológico- en las que recogió los mejores trabajos en prosa y poesía de nuestros escritores más conocidos. Todo el país conoce de su labor. Me refiero a Julio Jaime Julia. Acucioso y tenaz, quien dedicó todo su tiempo a las letras, aupando sobre todo, los valores locales.

Con perdón de omisiones –que debe haberlas-, desde el humilde Chita, que pregonaba el Listín con titulares que él mismo inventaba, y continuando con las otras figuras que evoco en esta crónica, hasta llegar a don Julio Jaime, escritor de vasta cultura, todos ellos son para mí, personajes inolvidables de nuestra Moca de ayer.


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