Doña Trina Moya de Vásquez (1863-1941) oriunda de Licey, Santiago, publicó en 1929 su libro “Patria y Hogar”, prologado por el alto poeta Fabio Fiallo, y en el cual recoge su magna vibrante composición, ya clásica, en honor del pueblo mocano, tierra nativa de su esposo.
En su poema de relieve la virtud cívica, el apego al honor, la sencillez de su temperamento, la indomable bravura, la dedicación al trabajo, las cualidades de nuestras mujeres. Y finalmente consagra en sus estrofas finales un cálido elogio a la virilidad del mocano, a quien compara con un “león que sacude y ruge”. A seguidas el “Canto a Moca” de Trina Moya de Vásquez:
CANTO A MOCA
Te canto ¡oh Moca! aunque mi canto sea
Inacorde, monótono, pesado.
Con impulso tenaz vibra la idea
en lucha con mi numen fatigado.
Ella en mi mente se rebulle loca,
en mi cerebro con ardor se inflama,
en cada fibra de mi alma toca
y a cada voz del corazón me aclama.
Pero mi verbo indócil es la valla
contra cual mi voluntad insiste
en impotente inspiración que estalla
en rudo verso, defectuoso y triste.
¡Vida y salud a ti! La heroína villa
que siempre ejemplo de civismo diera.
No empaña tu blasón ni una mancilla
que tus anales sonrojar pudiera.
En tu seno, ancha fuente de nobleza,
lactaron tus varones su cultura,
sus leyes del honor, la sencilleza
de su trato y su indómita bravura.
No tuviste, en verdad, la fácil suerte
que a otras comarcas el progreso trajo,
mas tu varón es cual ninguno fuerte
en la lucha sublime del trabajo.
Y en tus feraces tierras, el cultivo
-de riquezas emporio soberano-
el noble fruto muestra del activo
infatigable labrador mocano.
Y así tu campo es un altar de Ceces,
Donde el ocio jamás halló guarida,
Y en donde, al par que el bienestar adquieres, la
Independencia adquieres de tu vida.
Cual joyel que tus sienes engalana
con el más puro y refulgente brillo,
luce el hogar de la mujer mocana,
de aliento heroico y corazón sencillo.
Ni la ardiente ambición ni el vicio insano
rompieron de ese hogar el lazo estrecho,
no halló en tus hijos cómplice el tirano
ni el oro corruptor mancho su lecho.
¡Salve pueblo viril! Fiero, terrible,
Cuando te yergues con patriota empuje,
y, ya aprestado a la batalla horrible
eres león que se sacude y ruge.
¡Quién tus designios a restar se atreve
al verte así, la zarpa en son de guerra,
sea un audaz conquistador aleve,
o algún torpe tirano de tu tierra!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios
Publicar un comentario