UNA MEMORIA FLACA. ARTICULO EN EL LISTIN DE HOY

Publicado por J.A. Cruz Infante | 7/06/2008 04:33:00 a. m. | 0 comentarios »

Son muchas las causas por las cuales la memoria del ser humano se debilita o enflaquece. Unas son causas naturales, como el envejecimiento ó las enfermedades y otras son provocadas por el ser humano mismo. Hoy día se habla mucho del miedo al Alzheimer, la enfermedad que nos hace perder la memoria con los años y nos coloca además en situación de inválidos.
    

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 Una de las consecuencias inmediatas de la ingesta de alcohol en grandes cantidades es la pérdida momentánea de la memoria, se sufre así de la llamada amnesia alcohólica; si la bebida se convierte en un hábito diario, se corre el riesgo de perderla por completo.

Son muchas las personas que sufren de diferentes tipos de amnesia, principalmente entre los aficionados al trago. Tengo un amigo que siempre me decía al día  siguiente de una noche de tragos: “lo que no recuerdo es quién trajo el carro a mi casa y lo entró en la marquesina”; su esposa comentaba “tú mismo lo trajiste, ¿no te acuerdas? Es un caso común de pérdida momentánea de la memoria que causa un fenómeno de bloqueo de la memoria similar a los síntomas de la amnesia.

Un caso muy peculiar se daba en Moca en los años de la década de los 60s, tiempos en que estrenábamos la recién  reconquistada libertad después de azarosos años de opresión tiránica. Se vivía en franca disipación social y festiva, pues ya no había temor a delaciones ni a prisiones arbitrarias. Los lugares de diversión y expendio de bebidas espirituosas florecían como verdolaga; se acudía en tropel para celebrar cualquier cosa que se nos ocurriera, era la epoca del festín ciudadano. En la parte céntrica de la ciudad se disputaban la clientela, que crecía cada día: el Bar Maritza, lugar selecto y refugio de una clase media ansiosa de disfrutrar sus libaciones en un ambiente de franca cordialidad; el Café Asia, restaurante de “Santiago el chino”, abierto y cosmopolita, donde cabían todos y todas. También estaba el restaurante de José el chino, otro negocio de comida y bebidas, de un tranquilo y trabajador oriental.

En la periferia, en los límites urbanos de la zona céntrica y los barrios marginales existían lugares de mucha atracción, refugio de cuanto borrachín deambulaba por el pueblo a cualquier hora del día o de la noche. El Bar de Chelita, el Rincón Bermúdez, El Bar de Juanita, El Bar de Amparo, el Bar de Fulvia, eran algunos de los más concurridos, frecuentados por asiduos clientes que allí encontraban la música de sus gustos y la bebida preferida.

Mi amigo José Brito, conocido como José Viñita, personaje de leyendas pueblerinas, fallecido hace años, es de grata recordación por sus condiciones de agente bancario a nivel popular y de soluciones urgentes a las necesidades de amigos. Viñita y yo concurríamos a varios de los establecimientos mencionados en pos de divertirnos y compartir con los amigos que allí se daban cita. Uno de los personajes que frecuentaban también esos lugares era el señor Tesorero Municipal, Fernando Fernández Guzmán, el conocido y popular Manano. Hombre serio, trabajador, honrado y bebedor de tragos.

Manano sufría la amnesia del bebedor y al día siguiente no recordaba muchas de las cosas ocurridas en la nocturna farra. Conocedores de esa debilidad de nuestro amigo, José Viñita y yo decidimos aprovecharnos de la misma fraguando una estratagema que nos dio gran resultado. Cada lunes, al filo de la once de la mañana nos situábamos en El Panorama, restaurante que estaba ubicado frente al Palacio Municipal e iniciábamos una tanda de cervezas con la seguridad de que no pagaríamos ese consumo.

Teníamos preparados dos rústicas facturas de consumo o vales de uno o dos lugares de los frecuentados por Manano, con una persona aleccionada previamente para presentarse al cobro del importe del vale. Con voz ensayada y porte de cobrador exigente, el personaje se presentaba a la oficina y extendiéndole las facturas le decía: “Usted dijo que se las trajeran hoy a la oficina”. De inmediato se llevaba las manos al bolsillo y pagaba la cuenta presentada.

Así disponíamos del refuerzo pecuniario necesario para cubrir el consumo de las cervezas y a la salida de la oficina invitábamos a Manano a que nos acompañara y se resfrescara un poco lo cual agradecía mucho y nos decía “es que anoche me pasé de tragos, hoy no recuerdo dónde estuve ni qué hice”. Invariablemente, Viñita le decía: “No importa, bebe que es sangre de tu sangre”.

    

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