CLUB RECREATIVO

Publicado por J.A. Cruz Infante | 9/23/2008 01:10:00 a. m. | 0 comentarios »

ALBERTO VASQUEZ DIAZ

RECORDANDO

Buscando por los rincones de la reminiscencia algún lugar en el que
disfruté momentos inolvidables en tiempos idos, me ha surgido la imagen de
una edificación que fue para mí por varios años una especie de "segunda
casa": la del Club Recreativo de nuestro terruño natal.

Ubicado en el corazón de Moca, en la calle Independencia entre la 26 de
Julio y la José Dolores Alfonseca esta sólida construcción poseía el
prototipo formal de las obras erigidas durante la tiranía de Trujillo por su
aspecto sobrio y su acusado lenguaje monumentalista.

De dos pisos, estaba dotado de amplios espacios para la realización de
las actividades que allí se efectuaban: un vestíbulo; un salón amueblado con
mesas y sillas para acomodar al público asistente; baños, cafetería; área de
juegos de mesa; una amplia pista de baile de piso de madera, con doble
altura o mezanine en su parte central; y áreas de terraza dispuesta en
gran parte de su fachada frontal, en ambos niveles.

Mis primeras visitas al lugar las hice siendo apenas un infante para
asistir a la celebración del "Baile de Reyes", un colorido evento donde los
pequeños compartíamos juguetes y golosinas con nuestros amigos
contemporáneos, bajo la vigilancia de nuestros padres.

Posteriormente fui un asiduo visitante del local para la tradicional
fiesta de fin de año (31 de diciembre) siempre amenizada por las más
prestigiosas orquestas de la época: la Santa Cecilia, con Rafael Colón a la
cabeza, Tatán Jiménez, o alguna agrupación local como la de Luis Ovalles y
sus Juveniles.

Recuerdo estos bailes con particular deleite pues representaban la
ocasión apropiada para compartir con las muchachas de la época y estamparles
un beso y un abrazo de felicitación con motivo del nuevo año. Rememoro
también con qué satisfacción recibíamos de labios de Miguel Ángel Michel, su
presidente entonces, la prolongación de la fiesta con uno o dos sets
adicionales, luego que la orquesta concluía su compromiso.

Sin embargo, no todos los años el ritual del baile se realizaba sin
tropiezos pues en más de una ocasión fue suspendido debido a la muerte de
alguna figura señera de la sociedad mocana, para la decepción o disgusto de
todos los que esperábamos con ansiedad la llegada de esa fecha.
Ante ésta
situación, un acaudalado personaje del medio, socio del Club, manifestaba
públicamente que en caso de fallecer en una fecha cercana al 31 de
diciembre, bajo ninguna circunstancia fuera suspendida la festividad por su
deceso.

En diferentes épocas del año, en los salones del Club eran celebrados
otros festejos (Bailes de Carnaval, Aniversario de fundación, quince años,
etc.) y espectáculos, entre los que recuerdo haber asistido a un concierto
con la Orquesta Sinfónica, así como una presentación de la Rondalla de la
Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), a la sazón bajo la rectoría de
Julio César Castaños Espaillat, quien pronunció unas emotivas palabras de
introducción al iniciarse el concierto.

Cuando contaba con 15 ó 16 años me convertí en un asiduo jugador de
billar y noche tras noche visitaba el lugar para "retar" y compartir algunas
partidas de "piña" y "bolo negro"con otros aficionados.

Era la época en que
departía todos los días con mis amigos Panchico Pérez y Carlos Manzur, junto
a quienes era identificado como "los tres mosqueteros" por andar a toda hora
en su compañía.
Cada noche, otro grupo de contertulios de mi generación se daba cita
en el lugar: Ricardo Rodríguez, Monchilo Castañeda, Marino Rojas, y Delfín
(Fin) Arias; además del siempre mencionado amigo Víctor Frías (El Duende)
quien concluía sus amenas intervenciones con una frase muy suya: "O algo
así o viceversa".

Asistían religiosamente, además, Roque Dabas, Víctor Lulo
y Abrahán Lulo, quienes jugaban a las cartas; Chebo Rodríguez, el cual, con
su radio portátil en mano, seguía con interés las transmisiones de los
juegos de béisbol; y Angelito Michel (Piocó), quien vestido siempre de
caqui y blanco, recorría los salones con su bastón y sus inseparables lentes
Ray-ban, dispuesto a defender con gallardía cualquier comentario que
considerara una afrenta para sus posiciones.

En aquel tiempo, Patón Bautista, primero, y José Pichardo,
posteriormente, eran los gobernadores de la institución.
El viejo local del Club Recreativo fue también lugar de reuniones de
los miembros del Club Rotario, y cada viernes por la noche se reunían
prestantes figuras de ese conglomerado para planificar sus aportes a la
comunidad mientras degustaban una deliciosa cena preparada por Heroína. "Dar
de sí, antes de pensar en ti", era su lema.

Posteriormente este grupo
trasladó sus sesiones a los salones de diferentes restaurantes de Moca,
principalmente a "El Arco", y finalmente a las nuevas instalaciones del Club
Recreativo, ubicado en El Caimito, a unos dos kilómetros de la ciudad, en la
carretera que conduce a La Vega, donde con nuevos bríos han continuado con
su filosofía de departir, ahora en un lugar más amplio, dotado de nuevas
facilidades, entre las que se encuentran estacionamientos, piscina, áreas
verdes, etc. Este mismo local ha sido escenario de memorables encuentros
entre miembros de la Asociación de Mocanos residentes en Santo Domingo y
compueblanos que permanecen residiendo en nuestra patria chica.

El antiguo local del Club Recreativo Inc., fue adquirido por la
Compañía Dominicana de Teléfonos (CODETEL) quien además compró otras
propiedades aledañas para ampliar sus instalaciones con miras de ofrecer un
servicio más completo para así satisfacer la demanda de una población que
se hace cada vez más numerosa.

He querido compartir estos recuerdos que a muchos ubicarán, salvando
tiempo y distancia, en el mismo escenario en el que disfruté tantos momentos
que hoy evoco con delectación y que acuden frescos en mi memoria no obstante
los años transcurridos, pues en aquel Club Recreativo de nuestra infancia y
años juveniles había una mística que percibo se ha ido perdiendo
paulatinamente, por los afanes de la vida acelerada que todos llevamos.

Definitivamente, recordar es vivir.


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