Moca, Octubre 7 de 1924.
Señor don
R. César Tolentino,
Santiago
Estimado amigo:
Algo hemos tardado en dar cumplimiento de agradecidos a tus buenos empeños en nuestro favor. Tu espíritu de los redondos, de los que tienen biros en toda línea y de los que no es buen símil decir de ellos “por los cuatro costados”, se hizo cargo caballerosamente de nuestro interese espirituales y nos ha defendido del cicatero espolvoreo de un chiste. Has cincelado de relieve nuestros méritos, para que no consideremos desprestigiado hablar sin gramática, a las veces más noble y más honrado que ser injusto titiritero del decir con exactas reglas y brillantez retórica. La palabra no es un prestigio si la idea es una concusión de la ley de la verdad. Nada tan fúnebre como un chiste malo.
Nosotros te agradecemos mucho, por lo espontáneo y por lo generoso, tu salida briosa para que cogiéramos fuerza, es decir, cobraran alientos aquellos mocanos desmayados y ofendidos por la tan sin ventura como mal intencionada broma.
SOR DE MOCA
Ruines menesteres cotidianos retardaron nuestra expresión de gratitud, acrecentada más luego por tus consejos sesudos, y por lo tanto discretos, al inspirarnos y decirnos “como debe ser la escuela mocana”. Nosotros pensamos, querido amigo, que el hacer caricaturas como el hacer chistes buenos es dificilísimo; por aquello de que lo más difícil es tener talento, y el ingenio es su fuerza más activa y más principal, y cuando le falta, degenera su afán en bufonada.
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