COLOQUIO HISTORICO EN MOCA

Publicado por J.A. Cruz Infante | 5/24/2008 06:29:00 p. m. | 0 comentarios »













José Abigail Cruz Infante

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La mañana estaba húmeda. Una fina y persistente llovizna mojaba las calles del pueblo y  los verdes campos de la feraz campiña cibaeña. Era el sábado 3 de mayo, cuando acudimos solícitos a la residencia del ilustre intelectual mocano Juan Alberto Peña Lebrón y su distinguida consorte Nenita Comprés, para participar en un interesante coloquio sobre el libro La exterminación añorada, de Ángel Salvador Rosario Pérez, autor dominicano finado hace algún tiempo, y sobre los aspectos más impactantes de la problemática dominico-haitiana.

 

Como sabemos, un coloquio, como tal, no es más que la reunión en que se convoca a un número limitado de personas para que debatan un problema, sin que necesariamente haya de recaer acuerdo. En este caso, se siguió una discusión seguida a la disertación, sobre la cuestión planteada,  a cargo de Manuel Núñez, quien viajó de Santo Domingo a Moca en compañía del también historiador Orlando Inoa y el autor de este artículo.

 

En la amplia y acogedora terraza de la casa de los esposos Peña Lebrón -Compres Fermín se agruparon interesados estudiosos y profesionales mocanos previamente invitados por el anfitrión. Entre otros acudieron: Dr. Bruno Rosario Candelier, Premio Nacional de Literatura 2007; Lic. Juan Luís Guzmán Bencosme, Dr. Julio Manuel Ramírez Medina y Dr. Rubén Lulo Gitte; otros invitados se excusaron a causa de la lluvia o compromisos familiares.

 

En un ambiente de rigor académico Manuel Núñez, connotado comentarista de la obra del pensador político e ideólogo Manuel Arturo Peña Batlle y de otros intelectuales dominicanos en la Era de Trujillo realizó una encomiable y rápida exposición del papel y los giros de muchos intelectuales dominicanos en ese periodo, horrible en muchos aspectos, de la historia nacional.

 

Una variante que cautivó al auditorio fue su detallada  descripción de la  poco conocida vida y trayectoria pública del autor de La exterminación añorada, Santo Domingo, 1957. Ángel Salvador Rosario aportó con ella una obra de vital trascendencia para el pueblo dominicano, pues desarrolla una tesis abiertamente dominicanista y contraria a los criterios expuestos por el pensador haitiano Jean Price Mars, ideólogo del antidominicanismo que se anida en su ideología negrista y que en su conocida obra La Republica de Haití y la Republica Dominicana (1953), intenta presentar como manifestación de racismo los afanes dominicanos de preservar nuestra identidad nacional y fortalecer el estado nacional como entidad  propia. Esa obra en su  momento fue refutada por Sócrates Nolasco, Emilio Rodríguez Demorizzi y el internacionalista Carlos Sánchez i Sánchez, así como, Ángel Salvador Rosario Pérez, quienes desmontaron los argumentos falaces y violentos del escritor haitiano.

 

Se destacó en el coloquio que resultaba inconcebible que para una mentalidad desarrollada y cultivada como la del Dr. Price Mars se pudieran albergar ideas tan retrogradas y aberrantes como las que expresa

 del modo siguiente: ˮSería necesario que los dominicanos estuviesen decididos a renunciara a las doctrinas de la superioridad de razas y clases sociales y a inscribir en los hábitos de su pueblo un sentimiento diverso del odio y el desprecio del vecino… Fuera de dichas contingencias no hay perspectivas sino para la matanza y la destrucción de un comunidad por parte de la otra. No quería ser profeta de desgracia. Pero, tal como le sucedió a Casandra , veo el horizonte ensombrecido por grávidas nubes de tormentaˮ.

 

 Cuando, nombrado por en los cincuentas en un  cargo diplomático  y consular en Haití –que ejerció durante varios años- Rosario Pérez conoció personalmente y trato a destacados pensadores y  políticos haitianos como Jean Price Mars, Daniel Fignole, Camille Roussain, y otros, pudo darse cuenta del ideal de la negritud que postulaban éstos, como su idea fuerza en su visión de las relaciones con el estado vecino, el nuestro.  Entonces pudo darse cuenta de que se trataba de un enfoque negrocéntrico y racial de grande y posiblemente peligrosas implicaciones políticas; de seguro esa certeza le impulsó a escribir de inmediato La Exterminación Añorada como forma de salirle al paso en contra de la existencia de un estado nacional independiente en la parte oriental de la isla. Tuvo la oportunidad de nutrirse de los fundamentos ideológicos, raciales y culturales que dichos pensadores y políticos haitianos sustentaban para  elaborar una doctrina de exterminio violento.

 

Rosario Pérez regresó al país, y luego de esa obra inicial   anuncio la publicación de obras de su autoría, seguramente del estilo laudatorio al dictador. Sin embargo, no llegaron a publicarse.  Cuando la dictadura es decapitada y talvez  a consecuencia de la muerte de José Joaquín Gómez sufre una neurosis, y se esfumó de la vida publica, encerrándose con toda su familia en la casa numero siete de la calle Ortega y Gasset por mas de veinticuatro años sin salir a la calle. Vivió junto a su familia un estado de ermitaño.

 

Orlando Inoa dijo al grupo que tuvo la oportunidad de ser compañero de trabajo de la esposa de Ángel Salvador Rosario, la única persona de la familia que salía a la calle. Trabajaron juntos un tiempo en la oficina de asuntos sociales de la Corporación Dominicana de Electricidad. Ella era la secretaria del departamento. Según Inoa, era una persona amable, servicial y muy jovial. Mantenía la alegría en su área de trabajo. Aceptaba que algún compañero o compañera de oficina la condujera en su vehiculo hasta su domicilio, pero bajo dos condiciones: que la dejaran a varias cuadras de su residencia,  y que no le hicieran preguntas sobre dónde vivía, porque no le estaba permitido que la llevaran a su casa directamente.

 

Posteriormente, un sensacional reportaje de la periodista investigadora Nuria Piera revela la existencia del drama urbano de una familia encerrada  y que vivía sin servicios de luz, teléfonos, etc. Nuria logró que el hombre se asomara por una ventana, con barras que sólo permitieron distinguir un rostro pálido y demacrado, con luenga barba y una voz apagada que suplicaba que  lo dejaran en paz.

 

Manuel Núñez incluyó en su ponencia un recuento histórico de los principales aspectos de la relaciones dominico-haitianas desde la época de la independencia hasta nuestros días, con énfasis en el carácter defensivo de  la posición dominicana, diferente a la actitud agresiva de los vecinos. Planteó la definición de una política clara y tajante de inmigración: un acuerdo formal para regular el comercio entre los dos países; un respeto al ordenamiento jurídico del país; no intromisión de otros países que posiblemente buscan objetivos geopolíticos a costa de la soberanía dominicana.

 

Los mocanos participantes al coloquio aquí reseñado quedaron satisfechos con el contenido de la exposición magistral de Núñez y las acotaciones de Inoa. Luego hubo una interesante sesión de comentarios y preguntas al expositor, que ampliamente respondió a las puntuales inquietudes. El interés mostrado en el evento y lo corto del tiempo para agotar los tópicos o temas de mayor actualidad motivaron que se solicitara una nueva invitaron al historiador y escritor laureado para que, con un tiempo disponible un ambiente mas extendido se pudiera agotar una jornada similar, para provecho de todos.

 

 

 

 

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